¿Todo fluye?

Historia de la Filosofía. 2º de Bachillerato. Prueba de Acceso a la Universidad.

Autores y textos, un curso, un examen. Profesores y alumnos frente a esta secuencia de palabras, al menos por ahora (no sabemos qué traerán consigo las nuevas propuestas legislativas), en una carrera contra el tiempo que se repite ritualmente desde hace décadas.

Este espacio de Historia de la Filosofía en 2º de Bachillerato pretende abordar los contenidos específicos de la secuencia arriba expuesta, con el objetivo de clarificar la preparación y resolución de su examen.

Teniendo en cuenta la disparidad de planes de estudio que encontramos en España, nos centraremos en el modelo que presenta la Comunidad de Madrid: los doce autores a desarrollar y las controversias que encontramos a su alrededor, tanto a nivel teórico-metodológico como práctico a la hora de plantear la prueba a resolver en Selectividad.

Hemos seleccionado a los doce filósofos cuyos textos son susceptibles de aparecer en el examen, a fin de ajustar los tiempos disponibles durante el curso y maximizar nuestro esfuerzo. Dentro de cada uno de estos autores hemos preparado un cuadro-resumen de contenidos que, dividido en apartados (teoría del conocimiento-metafísica, teología, antropología, ética-moral y sociedad-política), ordenará los conceptos neurálgicos del planteamiento filosófico abordado. Con ello pretendemos paliar la falta de indicaciones por parte de las Universidades a la hora de plantear cuáles han de ser tales contenidos, ya que no están especificados en ningún documento oficial y siempre suponen un quebradero de cabeza tanto para profesores como para alumnos.

Los manuales para preparar la prueba son muy numerosos. La gran mayoría de ellos coincide en resaltar lo que la tradición filosófica ha rescatado de cada autor, configurando así el corpus central de su pensamiento. No obstante, encontramos variaciones que, como ya ha quedado indicado, dificultan el establecimiento de un modelo fiable a la hora de resolver el examen. En cualquier caso, con los cuadros-resumen intentaremos dar solución a este problema.

Desde aquí invitamos tanto a alumnos como a profesores a intervenir en este espacio, bien sea a través de preguntas, aclaraciones o aportaciones de cualquier tipo.

El examen de Historia de la Filosofía en la PAU

¿Qué hacer para presentarnos a la PAU en Historia de la Filosofía con unas mínimas garantías de éxito? Antes que nada, recordemos cuál es el planteamiento del examen.

En primer lugar, nos encontraremos ante dos opciones a elegir, de las cuales habrá que desarrollar las cuestiones presentadas en una sola de ellas, sin poder seleccionar las preguntas de una y otra que más nos convengan. En este primer paso habremos de calcular muy bien cuáles son nuestros puntos fuertes de cara a la resolución de la prueba, puesto que las preguntas 1 y 2 guardan relación, si bien la 4 y la 5 no. Acudamos a las partes de las que consta cada una de las opciones para valorar nuestra elección.

La pregunta 1 es un fragmento de las obras analizadas a lo largo del curso. Correspondiente a uno de los autores ya estudiados, su contenido girará en torno a un tema o problema de los cinco que hemos visto por autor: teoría del conocimiento-metafísica, teología, antropología, ética-moral, sociedad-política (etiquetas estas que pueden sufrir alguna ligera variación en función del texto, pero que no debería costar asociar con los cinco grandes bloques temáticos ya referidos).
En esta primera pregunta nuestro objetivo será exponer con la mayor claridad y precisión posible la estructura interna del fragmento, esto es, analizar el planteamiento que hace su autor siguiendo un esquema de premisas y conclusiones asociadas entre sí. Ello implica un barrido de todas las ideas presentes en el texto y puede traer consigo una primera aproximación conceptual a la filosofía del pensador en cuestión atendiendo a las palabras clave que encontremos en el fragmento, lo que supone avanzar contenidos de la pregunta 2 (en la siguiente entrada de este blog se puede ver con más detalle cómo realizar el comentario de texto).

En la pregunta 2 trataremos de desarrollar íntegramente el pensamiento del autor del texto, centrándonos en el tema o problema que presentaba el fragmento ya comentado. Nuestra recomendación es iniciar la sistematización de las ideas del filósofo haciendo una brevísima reseña biográfica del mismo (lugar y época, principal interés vital) y añadiendo a continuación cuáles son los temas que aborda en la obra comentada. Dicho esto, pasaríamos a desarrollar el problema planteado en el texto, pues su contenido supondrá la mitad de la puntuación de esta pregunta. Una vez acabado este apartado, seguiríamos con la exposición del resto de bloques temáticos, intentando dar un equilibrio a todo el conjunto tanto en extensión como en profundidad.
Aquí la clave es acudir a los principales conceptos que presenta el autor en todas y cada una de las áreas estudiadas dentro de su pensamiento, a fin de no dejar ninguna idea importante fuera de este desarrollo sistemático.

Viramos entonces a la pregunta 3, donde se nos preguntará sobre el problema expuesto en el texto en otro autor distinto al comentado, perteneciente a una de las cuatro épocas filosóficas que hemos visto a lo largo del curso (antigua, medieval, moderna y contemporánea).
En función de cuál sea nuestro fuerte, acudiremos a uno u otro pensador dentro de dicho marco temporal. Aquí conviene tener muy presente que no todos los filósofos abordaron por igual los apartados propuestos y que, aunque probablemente hayamos visto el tema a desarrollar en todos los autores, no en todos tiene la misma relevancia.
Esto significa que habremos de seleccionar con mucho cuidado a nuestro filósofo, para lo que habrá que tener en cuenta en qué apartados están los puntos fuertes de cada pensador.

Como en la pregunta 4 nos va a suceder algo muy parecido a lo de la pregunta 3, nada más que cambiando el problema a desarrollar, es del todo conveniente tener en cuenta las siguientes indicaciones a la hora de escoger al filósofo y su tema:

-Dentro de la filosofía antigua, tanto Platón como Aristóteles presentan contenidos sustantivos en todos y cada uno de los apartados propuestos. Esto significa que queda a elección del estudiante elegir a uno u otro para las preguntas 3 y 4, si bien desde aquí recomendamos el conocimiento-metafísica y la antropología platónicas, así como la ética-moral y la sociedad-política aristotélica.

-En la filosofía medieval nos encontramos ante un caso parecido, puesto que Agustín de Hipona y Tomás de Aquino también tienen peso específico en cada bloque. Ahora bien, si tuviéramos que decantarnos por uno de ellos en algún apartado en concreto, nos quedaríamos con Agustín de Hipona en teoría del conocimiento-metafísica, ética-moral y sociedad y política así como con Tomás de Aquino en teología y antropología.

-A la hora de escoger a los autores en filosofía moderna, y dado que únicamente hemos seleccionado aquellos que son susceptibles de ser incluidos en las preguntas 1 y 2 por tener texto a comentar, habremos de tener en cuenta los puntos fuertes de cada uno de ellos. Descartes se presenta como nuestra principal baza en teología y antropología, al tiempo que Kant es nuestro filósofo para teoría del conocimiento-metafísica y ética-moral. Por su parte, Rousseau plantea el modelo de sociedad-política más completo. No es que Hume desmerezca como autor reseñable, ni mucho menos, pero consideramos la elección propuesta (sobre todo la de Kant, cuya presencia coincide con los apartados donde también hemos estudiado a Hume) como la más adecuada.

-Dentro de la filosofía contemporánea, Marx se erige sin ningún género de dudas como nuestra principal opción en sociedad-política. Nietzsche sería el nombre a barajar, también sin mucho margen de dilación, en los apartados de teología, antropología y ética-moral. Por último, elegiríamos bien Wittgenstein bie a Ortega y Gasset para el apartado de teoría del conocimiento.

En fin, son muchas las variables que entran en juego a la hora de afrontar estas elecciones. No menos importante que la selección de autor y tema es la cuestión de la puntuación en cada pregunta. Teniendo en cuenta que la pregunta 1 se valora sobre dos puntos, la pregunta 2 sobre cuatro (de los cuales uno es para el desarrollo de la problemática presentada en el texto) y las preguntas 3 y 4 sobre dos respectivamente, habremos de ajustar la extensión de nuestras respuestas y la profundidad de las mismas a lo que sabemos, lo que se nos pide y lo que materialmente podemos hacer.

Una vez estimadas todas estas variables en su conjunto, nuestra recomendación final se resume en los siguientes puntos:
-elegir una de las dos opciones en función del equilibrio general que podamos presentar al final de la prueba en su totalidad, esto es, habiendo contestado a todas las preguntas con un mínimo de rigor;
-dedicar los primeros minutos de examen a realizar un breve esquema de las tres preguntas estrictamente teóricas (2, 3 y 4), con el objetivo de fijar en este momento sus contenidos y ganar tiempo posteriormente en su redacción;
-leer el texto con atención, subrayando sus ideas principales y marcando los conceptos clave, añadiendo comentarios en los márgenes que nos puedan ayudaren en su inmediato análisis;
-ejecutar el comentario de texto, aportando algunos contenidos teóricos allá donde encontremos ocasión para ello, anticipando de esta forma el planteamiento de la pregunta 2;
-resolver la pregunta 2 ayudándonos del esquema que habremos esbozado al inicio del examen;
-contestar a las preguntas 3 y 4 siguiendo el mismo patrón utilizado en la pregunta 2.

Cómo comentar el texto del examen

En la pregunta 1 del examen encontraremos algún fragmento de una de las obras filosóficas ya comentadas en clase. Estos textos son los únicos que pueden aparecer en la PAU y es una gran ventaja el haber podido trabajar con ellos durante el curso.

La clave para poder resolver la pregunta 1, que a buen seguro presentará un enunciado del tipo Exponer las ideas y la estructura argumentativa del texto propuesto, estriba en localizar aquellas cuestiones que trata el autor en el fragmento y conectarlas entre sí a través de nuestras propias palabras. Para ello tendremos que "barrer" todo lo que esté allí escrito, prestando especial atención a los conceptos neurálgicos o palabras clave que traiga consigo el texto, a fin tanto de comprender el contenido de lo escrito como de poder anticipar, partiendo de dichas ideas, algunos aspectos importantes dentro del pensamiento del autor en cuestión y avanzar de este modo ciertos puntos de la pregunta 2.

Teniendo en cuenta que junto con el texto propuesto vendrá tanto el nombre del filósofo como el problema o tema que plantea en el escrito, correspondiente a uno de los cinco bloques o apartados que venimos manejando a lo largo del curso, el abordaje del fragmento partirá de lo que ya sabemos de uno y de otro, lo cual no implica en modo alguno que debamos desatender las palabras textuales presentes en el propio texto a comentar.

El patrón analítico que tendremos que utilizar habrá de basarse en la conexión de premisas y conclusiones que presente el texto. Nuestro objetivo será hilvanar unas y otras, dándole pleno sentido a lo allí expuesto al tiempo que hacemos ver al corrector que hemos comprendido el mensaje filosófico, que manejamos la terminología utilizada por el autor, que somos capaces de conectarla con su teoría (sin tener por ello que explicarla minuciosamente, apartado este para el que ya tenemos la pregunta 2) y que localizamos en el fragmento cuantos ejemplos y metáforas ha empleado el escritor en él para ilustrar con mayor consistencia su exposición.

En este sentido, al margen de tener presente la teoría del autor, conviene prestar mucha atención a los marcadores textuales que aparezcan en el fragmento, pues precisamente ellos nos indicarán el hilado entre premisas y conclusiones. Una atenta lectura previa permitirá que nos hagamos una idea general de las ideas expuestas, al tiempo que nos facilitará la identificación del fragmento en la obra del autor, ya estudiada en clase; una segunda lectura de carácter activo, que implique el subrayado de los elementos aquí enumerados así como la anotación al margen de nuestras propias impresiones, tendría que dejar sentadas las bases del posterior comentario.

El uso en nuestra exposición de frases extraídas literalmente del fragmento bien puede ayudar al corrector a comprobar que hemos seguido correctamente la pista de lo que propone el autor a través de sus propias palabras, si bien conviene no abusar de este recurso: en ningún caso deberíamos excedernos y trasladar oraciones completas, sino solo conceptos del todo sustantivos o pequeños conjuntos de palabras que nos permitan exponer con mayor claridad nuestra visión del contenido.

La combinación de estos instrumentos interpretativos dará pie a una correcta comprensión de todo lo expuesto en el fragmento, cuyo análisis, síntesis y revisión (al más puro estilo cartesiano) también dependerá, cómo no, de la práctica que hayamos adquirido a lo largo del curso en el ejercicio de estos comentarios y del propio empeño personal en la explicación de textos argumentativos.